José Arturo Lona Líder de Introducción de Nuevas Tecnologías Mabe TyP-Cocinado arturo.lona@mabe.com.mx lona.arturo0406@gmail.com
Mi nombre es Arturo Lona, soy ingeniero mecánico y tengo 37 años trabajando en la industria automotriz y en la industria de electrodomésticos. He tenido la fortuna de trabajar siempre en el desarrollo de nuevos productos como diseñador y como líder de diseño de muchos equipos de excelentes ingenieros y extraordinarias personas.
He sido testigo de la evolución de muchos temas, metodologías, herramientas que son esenciales para la industria y en general para el mundo de la ingeniería. He si testigo desde que se tenían que hacer los dibujos en restiradores (mesas para dibujar en 2D que quizá muchos de ustedes no han visto en su vida), hasta dibujos de 3D capaces de transformarse en modelos matemáticos simples y complejos para poder predecir el comportamiento de uno o varios componentes bajo diferentes condiciones de operación.
También he podido vivir y experimentar la evolución del control estadístico de procesos a diseño para seis sigma y otros modelos de diseño e innovación. Con estos dos ejemplos para mi es evidente que aquellas evoluciones que resultan en cambio positivos tienen la característica de ser esfuerzos ininterrumpidos, ordenados, metodológicos para poder mejorar los procesos, los productos, técnicas, conceptos e incluso hasta la forma de abordar la vida. Uno de mis mentores me enseño que a esto se le conoce como Mejora Continua, y este ha sido uno de los valores mas importantes en mi vida.
Para poder dominar el tema de la mejora continua, es indispensable estar consciente de que la mejora continua es sinónimo de errores y “fallas”.
Qué podía fallar si ya había hecho un par de prototipos y evaluaciones de una pieza cuya función principal era llevar una flama de un piloto a un quemador de gas. Era básicamente un tubo montado sobre una placa que no estaría sometida a cargas para hacer su función. ¡Pieza más fácil no podía haber! Liberé el dibujo confiado en los resultados obtenidos y llegó la fecha del try-out del herramental. Con todo el dolor de mi corazón vi cómo las piezas al salir del troquel, se hacían como chalupas, o buñuelos! Totalmente fuera de la especificación de planicidad. ¿Qué fue lo que pasó? En el afán de mantener la pieza a bajo costo, el calibre de la lámina era el mínimo para cumplir su trabajo, pero no para mantener la planicidad ante los esfuerzos inducidos al troquelarla. Resolvimos el problema mediante embutidos en la pieza, dobleces, liberadores de esfuerzos, refuerzos, etc., todos esto re-trabajos implicaron costo, tiempo, sangre, sudor y lágrimas.
Es difícil admitir que cometimos un error, pero es más difícil vivir el proceso de la evolución desde que el error se manifiesta hasta que se resuelve, y es que en éste proceso nos enfrentamos con sentimientos de angustia, desesperación, frustración, impotencia, desmotivación, ganas de correr o esconderse, sentir que estás en el fondo de un pozo profundo de donde parece que nadie puede sacarte, hay oscuridad y desesperanza, vienen pensamientos de todo tipo, desde que no es mi culpa, hasta soy un inútil y voy a presentar mi renuncia!.
Para los que están acostumbrados a trabajar implementando ideas o proyectos, se les hará familiar este cúmulo de emociones que tenemos cuando algo sale mal. Nuestra reputación ganada a lo largo del tiempo de pronto está en riesgo, y es muy probable que a partir de ese momento no te conozcan por tu nombre, ni por tu puesto, ni por las cosas buenas que hayas hecho, sino por “el que cometió tal error”. Luego también usarán tu nombre, apellido o apodo para calificar alguna pifia similar a la que cometiste, y entonces se hablará del “pibetazo”, un “lonazo”, etc. A todo eso y más nos enfrentamos cuando hacemos algo, así que lo más fácil, si no queremos pasar por éstos horrores, es no hacer nada. Pero algo tiene la naturaleza humana, o la profesión, o la educación, o no sé qué sea, pero ahí estamos una tras otra, ¡arriesgando el pellejo!
A lo largo de mi carrera y mis tropiezos, he visto que la gran mayoría de las personas toman al toro por los cuernos y logran salir adelante. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué es lo que funciona? ¿Cuál es el común denominador? Cada uno tendrá una propia historia y sus propias lecciones aprendidas, pero aquí quiero compartir lo que rescato de esas experiencias:
- Siempre hay personas dispuestas a ayudar. Dentro de la compañía hay personas en todos los niveles jerárquicos que lejos de juzgar, se ponen la camiseta y ponen talento, recursos materiales y humanos para que se logren los objetivos, muchos incluso meten las manos al fuego para garantizar y brindarte la confianza de que el problema será resuelto. No olvidemos que también tenemos familiares y amigos, que curarán nuestras heridas, algunos, se reirán junto con nosotros y nos impulsarán a seguir adelante. Es muy importante identificar a estas personas para apoyarnos en ellos y valorarlos.
- La segunda es mantener un ambiente de optimismo y buen humor, a través de esto, los equipos logran mantenerse unidos trabajando de forma efectiva. Es muy fácil estar de buen humor cuando todo marcha bien, pero cuando hay problemas, no es tan fácil. Para mí, ésta es la tarea más difícil, sobre todo porque el entorno se puede volver hostil y en ocasiones hasta agresivo. No hay recetas, solo estar consciente de que como dice el dicho “Al mal tiempo buena cara” y buscar detalles que puedan sacar la risa y el buen humor al equipo.
- La tercera es, sin importar el tiempo y lo efectivo de la solución, el orgullo de los miembros del equipo, queda maltrecho por algún tiempo y lleva tiempo reparar la confianza. Si queremos que las malas experiencias sirvan, tenemos que hacer una buena labor de sanación, reconocer en el foro adecuado, el trabajo, la entrega, la pasión, los conocimientos, el empeño, profesionalismo y dedicación de las personas, ya que en este tipo de situaciones es cuando más sacrificios personales y familiares hacen las personas involucradas. Ciertamente se pasa un mal momento, pero al final se vuelve a ver la luz al final del túnel (afortunadamente no era la luz del tren). Con el tiempo, se logra recuperar la confianza en nosotros mismos, y con paciencia tenemos nuevamente el impulso para seguir intentando hacer cosas nuevas. Es muy importante reconocer que después de este tipo de experiencias a nivel personal y como equipo quedamos fortalecidos, esto también ayudará a que la próxima vez que nos equivoquemos, no queramos echarle la culpa a los demás, logremos más rápidamente superar las fallas y volver nuevamente al campo de batalla para intentarlo cuantas veces sea necesario. A final de cuentas es este tipo de experiencias lo que alimenta la innovación y la mejora continua.
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